El día que anunciaron la disolución de Montoneros y dos ex gobernadores quedaron detenidos en Ezeiza

El 20 de diciembre de 1983, apenas diez días después de la recuperación de la democracia, Oscar Bidegain y Ricardo Obregón Cano, ambos ligados a Montoneros, llegaron al país y dieron una conferencia de prensa donde leyeron un comunicado firmado por Mario Firmenich, Ricardo Perdía y Fernando Vaca Narvaja. En el acto, fueron presos. Las razones de un regreso anunciado y los destinos de ambos dirigentes

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Oscar Bidegain (ex gobernador de Buenos Aires) y Ricardo Obregón Cano (ex gobernador de Córdoba), ambos vinculados con Montoneros y detenidos luego de leer el documento de la disolución de la organización armada
Oscar Bidegain (ex gobernador de Buenos Aires) y Ricardo Obregón Cano (ex gobernador de Córdoba), ambos vinculados con Montoneros y detenidos luego de leer el documento de la disolución de la organización armada

La democracia recuperada en la Argentina daba sus primeros pasos cuando el 20 de diciembre de 1983 dos pasajeros que volvían del exilio provenientes de Brasil llegaron al Aeropuerto Internacional de Ezeiza y fueron detenidos.

Era un regreso anunciado y los estaban esperando no sólo quienes debían detenerlos con una orden judicial en la mano sino también varios periodistas atraídos por le importancia de esos dos hombres, ya mayores, que regresaban al país aún sabiendo que tenían orden de captura.

Nunca se supo saber si lo que ocurrió ese martes en el aeropuerto fue producto de la casualidad o de un acuerdo previo, pero el caso es que antes de que se los detuviera, los ex gobernadores peronistas Oscar Bidegain y Ricardo Obregón Cano – de histórica trayectoria en el Partido Justicialista, pero también “marcados” por su cercanía a la izquierda del movimiento, más precisamente a Montoneros – alcanzaron a ofrecer una conferencia de prensa, acompañados por el ex gobernador de Mendoza, Alberto Martínez Baca, y el referente de la Juventud Peronista Juan Carlos Dante Gullo, que habían ido a recibirlos.

Se trató, en realidad, de la lectura de un comunicado, a cargo de Bidegain. El documento llevaba la firma de los tres máximos dirigentes de Montoneros, Mario Firmenich, Ricardo Perdía y Fernando Vaca Narvaja, del ex gobernador cordobés Obregón Cano y del propio Bidegain.

El texto, corto, anunciaba la disolución del Movimiento Peronista Montonero por haber cumplido sus objetivos fundacionales, la recreación del Partido Auténtico – una agrupación política legal creada por Montoneros en 1975 – y el desconocimiento de la viuda de Perón, Isabelita, como líder del peronismo, a contramano de la posición del PJ, que todavía la reconocía como jefa.

Al día siguiente, uno de los matutinos de mayor circulación en la Argentina tituló: “Montoneros anunció su disolución”, al tiempo que informaba en la bajada: “Bidegain y Obregón Cano fueron detenidos a su regreso al país”.

Oscar Bidegain fue obligado a renunciar por decisión de Juan Domingo Perón en enero de 1974, luego del intento de copamiento de un regimiento del Ejército en la ciudad de Azul por el ERP
Oscar Bidegain fue obligado a renunciar por decisión de Juan Domingo Perón en enero de 1974, luego del intento de copamiento de un regimiento del Ejército en la ciudad de Azul por el ERP

Los gobernadores rebeldes

Siete días antes de la llegada de Bidegain y Obregón Cano a Ezeiza, el presidente Raúl Alfonsín había firmado los decretos del Poder Ejecutivo Nacional 158/83 y 157/83 donde se dispone sometimiento a juicio sumario de las tres primeras juntas militares que habían gobernado entre 1976 y 1983 –por crímenes de lesa humanidad cometidos en el marco del Terrorismo de Estado – y la persecución penal, por asociación ilícita, atentados contra el orden público y la paz interior, de las cúpulas de las organizaciones guerrilleras Montoneros y PRT-ERP.

Por esa razón, los otros tres firmantes del documento – Firmenich, Perdía y Vaca Narvaja, alcanzados por el segundo decreto – no podían regresar a la Argentina. En cambio, la medida no alcanzaba a los dos ex gobernadores que lo leyeron.

Sin embargo, sobre Bidegain y Obregón Cano pesaban órdenes de detención firmadas por un juez cómplice de la dictadura todavía en funciones, Siro de Martini, quien al enterarse de su regreso al país decidió que no atravesarían las puertas de la terminal aérea sin estar esposados.

Se trataba de dos ex gobernadores emblemáticos a quienes – pese a sus largas trayectorias dentro del justicialismo – el propio Juan Domingo Perón había desplazado de sus cargos cuando decidió que había llegado la hora recostarse en el ala derecha del movimiento y de “depurarlo” de “infiltrados” de izquierda.

Entre esos “infiltrados” – es decir, quienes se alineaban o simpatizaban con la tendencia revolucionaria del peronismo – había seis gobernadores, que fueron eyectados de sus cargos con diferentes métodos.

Un mes después que Bidegain, en febrero de 1974, el gobernador cordobés Ricardo Obregón Cano debió renunciar luego de un levantamiento policial
Un mes después que Bidegain, en febrero de 1974, el gobernador cordobés Ricardo Obregón Cano debió renunciar luego de un levantamiento policial

Desplazados por Perón e Isabel

Uno de los primeros en tener que irse fue Oscar Bidegain, en enero de 1974, obligado a presentar la renuncia como gobernador de la provincia de Buenos Aires, con la excusa de haber sido negligente frente al intento de copamiento de un regimiento del Ejército en la ciudad de Azul por parte del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Se trató en realidad de una excusa para desplazarlo y poner en su lugar al vicegobernador, el sindicalista de ultraderecha Victorio Calabró.

Antes, Perón había intervenido la provincia de Formosa para desplazar al gobernador Antenor Gauna y, después de la caída de Bidegain, se produjo la eyección del gobernador de Córdoba, Obregón Cano, tras un levantamiento policial en febrero de 1974.

Luego de la muerte de Perón, Isabel Martínez completó la tarea desplazando mediante intervenciones a Alberto Martínez Baca, de Mendoza, en agosto; a Jorge Cepernic, de Santa Cruz, en octubre; y a Miguel Ragone, de Salta, en noviembre.

Bidegain fundó el Partido Peronista Auténtico con 80.000 afiliaciones y fue presidente, en el Congreso Nacional partidario realizado en Córdoba en diciembre de 1974 bajo la advocación de Perón y Evita.

El local para el Congreso que iba a ser utilizado en las deliberaciones fue arrasado con explosivos un día antes, por paramilitares del Comando Libertadores de América.

Poco después cambió su nombre a Partido Auténtico, debido a que el Partido Justicialista reclamó judicialmente por el uso del término “peronista” y logró una decisión judicial ordenando la exclusión de esa palabra del nombre del partido.

En 1975, tanto Bidegain como Obregón Cano, amenazados de muerte, partieron al exilio en México, donde después del golpe del 24 de marzo de 1976 desarrollaron una fuerte labor de denuncia internacional contra la dictadura y se incorporaron abiertamente a la rama política del Movimiento Peronista Montonero.

La tapa de Clarin del 21 de diciembre de 1983, que informó la disolución de Montoneros y la detención de los dirigentes peronistas
La tapa de Clarin del 21 de diciembre de 1983, que informó la disolución de Montoneros y la detención de los dirigentes peronistas

La estrategia política

Fracasada en 1979 la llamada Contraofensiva de Montoneros, con un alto costo de vidas, la organización comenzó a plantearse la posibilidad de recuperar espacio político dentro del movimiento peronista, una estrategia que se profundizó luego de la guerra de Malvinas, que marcó el principio del fin de la dictadura.

Los primeros pasos tuvieron lugar antes de la guerra, en 1981, cuando en un documento secreto se planteo la tarea de “participar en el Partido Justicialista como una parte de la lucha por la recomposición y unidad del movimiento peronista”.

El contacto se inició en 1981 con el sector denominado Intransigencia y Movilización Peronista (IMP), una corriente dirigida por el ex gobernador de Catamarca Vicente Leónidas Saadi, cercana a la izquierda peronista. Del acuerdo inicial salió un periódico de edición nacional, con talleres y máquinas propias, llamado La Voz, al que la dictadura denunció en una conferencia de prensa como un órgano financiado por Montoneros, una acusación que, pese a varias requisas y allanamientos, nunca pudo probar.

Para el primer trimestre de 1983, el IMP salió con fuerza al ruedo político en un acto realizado en la cancha de Atlanta el 11 de marzo – décimo aniversario de las elecciones que consagraron presidente a Héctor J. Cámpora -, donde se congregaron alrededor de 20.000 personas y Saadi leyó un documento crítico de la dictadura, con las Madres de Plaza de Mayo en el palco.

Para ese momento, cuatro altos dirigentes de Montoneros habían entrado clandestinamente al país para impulsar el crecimiento del IMP. Roberto Perdía, Fernando Vaca Narvaja, Raúl Yaguer y Eduardo Pereira Rossi estaban encargados de mantener contactos con dirigentes peronistas para fortalecer la estrategia.

Yaguer, Pereira Rossi y Osvaldo Cambiasso fueron detectados y asesinados por la dictadura, lo que permitió a los militares montar una campaña de prensa – El “Informe Yaguer” – donde denunciaban que el IMP era en realidad un vehículo para una “infiltración montonera” en Partido Justicialista, como señala Ernesto Roland en su trabajo “El rearme sin armas: Montoneros durante la reconstrucción democrática”.

La cúpula de Montoneros. El tercero desde la izquierda es Roberto Perdía, en el centro está Mario Firmenich y en quinto lugar se encuentra Fernando Vaca Narvaja
La cúpula de Montoneros. El tercero desde la izquierda es Roberto Perdía, en el centro está Mario Firmenich y en quinto lugar se encuentra Fernando Vaca Narvaja

Razones de un retorno

Esta campaña, junto a fuertes resistencias dentro del Partido Justicialista, hicieron mella en la estrategia del IMP. Por esos días se escuchó al dirigente sindical ortodoxo Jorge Triaca diciendo “no dejaremos volver” a los montoneros, a la que se sumó la voz del dirigente porteño Carlos Grosso asegurando que “Firmenich no tiene cabida en el Justicialismo”.

Apenas recuperada la democracia y para contrarrestar este rechazo, Montoneros decidió anunciar su disolución y encargó a Obregón Cano y Bidegain - dos hombres de extensa trayectoria en el peronismo y que pese a su desplazamiento por parte de Perón continuaban teniendo peso en las bases del movimiento – volver a la Argentina para dar la noticia.

El anuncio de la vuelta al país de los dos ex gobernadores fue una señal de alarma, amplificada por un sector de la prensa de la época.

“La discusión por el retorno de los exiliados argentinos permite observar que la exclusión del MPM del juego contaba con un amplio consenso en el campo político que se conformaba a fines de 1983. Unos días antes del retorno de Obregón Cano y Bidegain, medios de comunicación escrita como Clarín, La Nación y la revista Gente, condenaron un eventual retorno de la ‘subversión’, a la que responsabilizaban por motivar la represión de la dictadura. En ese sentido, un editorial de La Nación se permitió recomendar que lo ‘más sano para el futuro del país’ era el ‘extrañamiento definitivo del territorio nacional’ de los líderes de la guerrilla”, explica Roland en su trabajo.

En este contexto, el juez Siro de Martini preparó y firmó las órdenes de detención contra Obregón Cano y Bidegain.

En México, Ricardo Obregón Cano -segundo desde la derecha-, junto a la conducción de Montoneros en el exilio
En México, Ricardo Obregón Cano -segundo desde la derecha-, junto a la conducción de Montoneros en el exilio

Destinos que se bifurcan

Detenidos después de leer el comunicado sobre la disolución de Montoneros en Ezeiza, los caminos de los dos ex gobernadores se bifurcaron.

Ricardo Obregón Cano quedó preso a la espera de ser sometido a juicio, pero Oscar Bidegain pudo salir del país con destino a España, donde se exilió nuevamente.

Una versión nunca confirmada señala que la salida del país del ex gobernador de la provincia de Buenos Aires se debió a una decisión política del gobierno de Raúl Alfonsín, que temía que dada su edad y su estado de salud, tenerlo encarcelado y procesado podía generar reacciones internacionales negativas.

“También Bidegain es reclamado por la justicia, pero se le concede el tiempo y la oportunidad para que pueda salir del país. Es un hombre ya mayor que está enfermo. Al gobierno no le conviene este tipo de presos políticos”, escribió por esos días el periodista argentino Carlos Ares en el diario El País de Madrid.

Luego de ser juzgado en dos instancias, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal absolvió A Obregón Cano en 1987. Se quedó en el país y murió en 2016, a los 99 años, en el barrio porteño de Caballito.

Desde su exilio español, Oscar Bidegain, no se mantuvo ajeno a la vida política argentina. En noviembre de 1986, escribió una carta abierta donde señalaba:

“Hoy, noviembre de 1986, estoy todavía en el exilio. Son 10 años de oposición y denuncia de la violación de los derechos humanos cometidos en Argentina. El ejercicio de esa actividad política en el exterior ha ido esclareciendo la realidad de la tiranía oligárquico-militar y sus atrocidades. Desde aquí abrigo la esperanza, que el peronismo se consolide unificado para retomar el camino de la victoria electoral y que la juventud idealista motorice la actividad política conducente a la liberación nacional y social, y que todos los dirigentes de nuestro campo político antepongan las soluciones que el país y su pueblo reclaman, a sus legítimas ambiciones personales. Creo, como lo afirman en su libro Roberto Perdía y Fernando Vaca Narvaja, que ‘existe otra Argentina posible.’”

Indultado por Carlos Menem en 1989, retornó a la Argentina y se radicó en Azul, su ciudad natal, donde murió el 15 de diciembre de 1994, a los 89 años.

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